Séneca nos habla del atleta y nos dice que el que no ha recibido ninguna magulladura , el que vive en el confort, el que no ha sido expuesto de una forma u otra a algún nivel de estrés… ese no aportará entusiasmo a la competición. Los vencedores suelen tener una gran capacidad mental para soportar el dolor, en caso contrario, difícilmente podrían competir. Los retos de la vida son oportunidades de crecimiento y de entrenamiento para la excelencia. Mantenernos en la zona de confort es muy cómodo pero no nos lleva a nada:
Un primer requisito estoico es el de que no tiene sentido luchar contra lo inevitable. La vejez, la muerte, las desgracias… están y estarán ahí, hagamos lo que hagamos. Podemos, y debemos, evitar exponernos innecesariamente antes de tiempo a sus dictados, pero resulta importante aprender a aceptarlo con lo cual nos hallaremos ante la serenidad, ante un discurso mental alejado de un catastrofismo innecesario. No vale la pena ser desgraciado antes de tiempo. Como decía Buda: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”.
Séneca diferencia entre las cosas que nos atemorizan, las que nos producen miedo a sufrir, de las cosas que realmente sufrimos, recordándonos que nuestros temores son siempre mayores que nuestros tormentos reales. Si somos desgraciados antes de tiempo, estaremos sufriendo por partida doble, en la anticipación del sufrimiento y en el sufrimiento en si, y, además, probablemente el sufrimiento real no se llegará a producir, con lo cual habremos sufrido de forma innecesaria.
Así nos encontramos con: 1) acontecimientos que nos atormentan más de lo que realmente deberían, 2) acontecimientos que nos atormentan antes de que realmente nos alcancen y 3) acontecimientos que nos atormentan cuando realmente sólo los hemos imaginados como amenaza y que nunca han llegado ni probablemente nunca llegarán.
La levedad o gravedad relativa del sufrimiento es una variable totalmente subjetiva. Que nos escupan en la cara puede ser una ofensa gravísima para uno o un pequeño incidente para otro. Séneca recomienda alejarte de las personas que te intentan persuadir de lo desgraciado que eres, los que intentan incrementar tu auto-compadecimiento. Tu sufrimiento depende en gran medida de tú diálogo interno. Si dejas que externos a ti te condicionen para hacerte creer que eres un desgraciado o para incrementar el nivel de desgracia, al final serás desgraciado, te contagiarán una visión negativa de la realidad, la cual es totalmente opcional, tú puedes construir tu realidad interior de acuerdo a tu voluntad y tus valores e independientemente de las circunstancias externas. En la horquilla estoica: lo que depende de tí y lo que no. ¿Estoy realmente tan mál como me quieren hacer creer?, ¿La situación es tan grave? ¿Existe un motivo real para preocuparse? ¿Puedo hacer algo al respecto?… Si no es así, no depende de nosotros y debemos aprender a afrontarlo con entereza y libertad de espíritu.
Nos puede atormentar el presente, el futuro o ambos, pero si no siento ahora mismo ese dolor, no tiene sentido afligirse. Debemos hacer lo que debamos hacer con respecto al futuro, pero no sufrir de forma anticipada. Joan Mascaró decía: “Hay que ocuparse pero no hay que preocuparse”.
Una idea importante que, en mi opinión, aporta Séneca, es que los males ficticios normalmente crean
más turbación que los reales. Los reales tienen su medida, que además modulamos según nuestra resiliencia. Los males ficticios son producto de la incertidumbre, y las conjeturas y la fantasía crean más dolor que el dolor real. “Ya te quejarás cuando realmente te duela”, mientras tanto busca una mejor suerte, si la puedes encontrar.
Hay que aprovechar las virtudes estoicas y rechazar vivir sumido en el miedo, aunque este sea totalmente justificado. Séneca nos recuerda la técnica psicológica de combatir una emoción con su opuesta, en este caso, combatir el miedo con la esperanza. Siempre hay que decantarse por la esperanza, pues el miedo nos lleva a la angustia. Si el mal es irremediable no tiene sentido luchar contra él, si lo es, la esperanza siempre debe ser bandera.
Por otro lado, si el mal no se presenta ya vemos lo que nos ahorramos y si se presenta, lo que en principio se presenta como tal, tal vez con el tiempo no lo sea, nos sirva como entrenamiento a la antifragilidad. Y todo, ¿de qué depende? de nuestro discurso interior, de como nos hablamos a nosotros mismos.
Como técnica psicológica puede ser útil la de Mirada desde arriba, la de vernos a nosotros y a nuestro problema desde “fuera de la caja”, con total ecuanimidad, y no dejarnos arrastrar por nuestros miedos, por lo que nos dicen los demás, por suposiciones infundadas y, también como no, por aquellas cosas sobre las que no tenemos control sobre ellas.
Al final, somos gente con suerte, seguro!
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