Resulta indispensable poder reflexionar sobre la idea de dar vida a una educación que sea congruente con los valores que se promueven en la actualidad, sobre todo, si pensamos y reconocemos la realidad de cómo se configuran las relaciones maestro-alumno en la escuela. Pues la intención de consolidar la idea de democracia, justicia, derechos humanos y demás, se rompen cuando echamos un vistazo a la estructura de poderes y control con las que operan las escuelas en su institucionalismo disciplinar y en muchas casi militar.
En mi opinión la idea de las situaciones dilemáticas es casi un bucle que hace evidente la incapacidad de que la educación responda a la realidad, pues educar en una lógica apegada a la tolerancia y el respeto a los derechos humanos, implica desechar por completo las nociones de respeto y disciplina con las que han operado las instituciones escolares hasta hoy en día.
Una educación apegada a los nuevos principios éticos que se pretenden, tendría que ser capaz de reconocer la diversidad de personas y el respeto a su individualidad, hecho que es complicado lograr con un magisterio que enfatiza el concepto y elude la congruencia de eso con la práctica, que habla de tolerancia y separa a sus alumnos entre latosos y cumplidos, que promueve la diversidad y condena las manifestaciones individuales de los alumnos, que busca la critica pero la evade cuando ésta cuestiona su proceder.
Una educación congruente con su discurso implica una nueva manera de asumir la docencia, erradicar la idea de que el maestro es una autoridad y que se asuma como un guía que aprende también de lo que ocurre en el aula, significa asumir la crítica también, reconocer los errores propios, cumplir la palabra y (también) pedir disculpas, hechos que la gran mayoría de profesores no están dispuestos hacer, pues en el fondo creen que el papel de inquisidor le da la imagen que necesita y que con ello logra el respeto. Por desgracia educamos a base del miedo, habría que re significar nuestra práctica en relación con lo que se nos pide lograr, pero sobre todo, tendríamos que ser responsablemente congruentes con lo que enseñamos.
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